La competencia por el capital es cada vez más intensa a pesar de la gran liquidez existente en los mercados. Las restricciones a la movilidad causadas por la Covid-19 han dado lugar a un modelo de reuniones virtuales, apoyado por la mejora de los soportes tecnológicos. En el futuro tendremos un modelo híbrido de reuniones presenciales y virtuales que ganarán por su mayor eficiencia en términos de ahorros de tiempo y costes frente a los tradicionales roadshows.
Los medios digitales y las redes sociales son los nuevos canales de comunicación de las compañías y de sus directivos. Cada día son más los consejeros delegados de compañías cotizadas que participan de forma activa en dichas redes.
Los accionistas minoritarios, con frecuencia olvidados en los últimos años, han encontrado en las redes sociales un poderoso canal de comunicación e influencia. La progresiva difuminación del papel de los brokers, ha dado lugar a un contacto directo entre inversores y compañías, donde estas últimas deben de ser proactivas en la búsqueda de unos clientes, los inversores, que tienden a reducir el número de compañías en sus carteras y a rotarlas con más frecuencia.
El fuerte peso en bolsa de nuevos sectores, ha contado con el apoyo de los mercados. Es el llamado capitalismo sin capital, con escaso peso de activos fijos, limitada o nula generación de caja a corto plazo, pero fuertes crecimientos en ventas. Las empresas de la nueva realidad digital (TikTok, Zoom, Google, Amazon), alcanzan capitalizaciones estratosféricas que han cambiado la composición de los índices. Tesla, cuya contribución a la producción mundial de automóviles no llega al 1%, tiene una capitalización, superior al resto de fabricantes sumados.
En el caso de compañías pequeñas, la introducción de MiFID II ha hecho que hayan perdido cobertura de análisis por parte de brokers necesitados de ajustar sus costes a los menores ingresos. Tampoco reciben invitaciones para realizar roadshows si no tienen el free float y la liquidez necesaria para generar comisiones que compense el gasto de organizar reuniones o escribir un informe.
Sostenibilidad y Relación con Inversores forman un núcleo indivisible. Las políticas de cambio climático, diversidad, retribuciones, las cuestiones de gobierno corporativo forman ya parte esencial del equity story de las compañías
Los departamentos de Relaciones con Inversores necesitan de mayor proactividad para buscar directamente a sus potenciales inversores. Sus responsables deben incorporar nuevas habilidades para el desarrollo de su trabajo. Junto a los conocimientos de valoración y análisis de compañías, necesitan mejorar sus capacidades de comunicación y de síntesis. Hoy nadie lee una memoria de 600 páginas, como son las de algunas compañías de nuestro Ibex 35. El tiempo es el recurso escaso, no la información.
A futuro, el reporte de la información no financiera debe integrarse dentro de los departamentos de control de las compañías, sometida a las mismas exigencias de veracidad, periodicidad, exactitud y auditorías que la información contable.
El profesional del departamento de Relación con Inversores debe estar cómodo manejando conceptos legales, por el continuo aumento de los fondos de gestión pasiva. Cuando una compañía busca el apoyo de sus inversores institucionales a las propuestas de su Junta General de Accionistas, debe hablar con las áreas de compliance (cumplimiento normativo), dado que la gestión pasiva realizada con máquinas hace desaparecer progresivamente al tradicional gestor de carteras. La coordinación del departamento de Relación con Inversores y el departamento jurídico de la compañía es fundamental.
El cambio irreversible en la financiación empresarial hacia el mercado de capitales vía emisión de bonos ha añadido a bonistas y agencias de rating como nuevos interlocutores de los departamentos de Relación con Inversores junto a los de tesorería.
La negociación de las acciones se hace a través de plataformas alternativas que pueden llegar a representar un 60-65% y no tanto en bolsas centralizadas (BME). Este hecho y la no obligación de los intermediarios financieros de informar de sus compras y ventas diarias han hecho muy difícil el conocer quiénes son los accionistas de las compañías. Las compañías se encuentran ciegas para saber quién intermedia sus acciones.
El creciente peso de los fondos cuantitativos ha disparado la negociación por algoritmos. Las decisiones son tomadas por máquinas, no por personas (que sólo deciden qué criterios se meten en los algoritmos). Este fenómeno ha aumentado la volatilidad de las cotizaciones. La brusca variación de las mismas no tiene que ver con la calidad de los resultados, sino en cómo éstos difieren respecto a lo programado en dichos logaritmos. Esto premia la gestión a corto plazo frente a la generación de valor a largo plazo por parte de las compañías.
En la lucha por captar inversión, los departamentos de Relaciones con Inversores son hoy más importantes que nunca, pero la exigencia es también mayor. Hay que hacer un ejercicio de adaptación continuo a las necesidades del cliente (los inversores).
No existir en la mente de los inversores es el peor escenario que puede tener una empresa. El esfuerzo de los responsables de Relaciones con Inversores no debe estar centrado en el precio de la acción sino en generar confianza. Es esta confianza la que en última instancia decidirá, el precio de la acción, el coste de capital de la empresa y su reputación entre los diferentes grupos de interés, consiguiendo ser o no, una alternativa.
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Francisco Blanco Bermúdez
Socio fundador de Sigma Rocket